Carmen R. Ponce Meléndez.€
I. Realidades
En todo el país las guarderías son totalmente insuficientes, tanto en calidad como en cantidad; actualmente el porcentaje de mujeres con hijos que tienen acceso a este importante servicio es muy reducido, en especial las mujeres insertas en la actividad económica con trabajo remunerado, el Estado mantiene una política de abandono en estas responsabilidades que le marca la ley.
Durante 2010, analizando las cifras del INEGI , se observa que la proporción de la población femenina subordinada y remunerada que no cuenta con acceso a guardería, respecto al total de la población femenina subordinada y remunerada es muy alta, por Sectores de actividad económica arroja los resultados siguientes:
La proporción más alta de mujeres que carecen de este servicio se registra en el Sector Primario con un 96.65 por ciento, considerando mujeres con más de 3 a 5 hijos (ver gráfica). Para las mujeres del campo que realizan un trabajo remunerado prácticamente el acceso al servicio es nulo.
En orden descendente siguen las trabajadoras de la Industria (Sector II), con 76 por ciento. Baste recordar el modelo maquilador que emplea mano de obra femenina pero escamoteando esta prestación a sus obreras.
No es casual que el índice más alto de muertes infantiles en menores de 4 años se registre en el noroeste del país (Chihuahua) , donde predomina mano de obra femenina, en un modelo de mercado laboral maquilador, carente de prestaciones, bajos salarios, fuerte desempleo y ruptura del tejido social.
Para las mujeres que están en el Sector III (Servicios), la proporción es de 74.59 por ciento, dicho de otra forma de cada diez mujeres que laboran en este Sector –el más feminizado-, únicamente 2.5 tienen acceso a guarderías la relación es inversamente proporcional, a mayor número de hijos disminuye el acceso al servicio de guarderías (en los Sectores II y III se tomó el dato de mujeres con 1 a 2 hijos).
Si se comparan estas cifras con las registradas en 2005 se aprecia que justo en Servicios es donde más ha disminuido el acceso a guarderías, mientras que la Industria se conserva igual, sin ninguna mejoría.
Este fenómeno puede explicarse en parte por el crecimiento que ha tenido la mano de obra femenina en el Sector Servicios, acompañada de una disminución de ésta en el caso de la maquila (industria).
Sin duda un factor que influye es el hecho de que el nivel de sindicalización de Servicios es de los más bajos, excepto educación.
Por su parte en el Sector Agropecuario al crecer las agroindustrias y las opciones de trabajo remunerado creció la demanda de guarderías pero la oferta permaneció igual.
Otro elemento muy importante es el constante incremento del empleo informal, especialmente en la población femenina, empleos que no cuentan con la protección de la seguridad social o de las organizaciones gremiales.
El porcentaje de mujeres de 20 a 29 años sin acceso a trabajos formales es de 55.22 (2010), en 2005 era de 53.68 , la mitad de la población económicamente activa. ¿Cuántas mujeres del comercio informal pueden llevar a sus hijos a una guardería?.
La comparación entre 2005-2010 también permite concluir que antes y después de la crisis económica actual de México, las trabajadoras con responsabilidades familiares no cuentan con servicios de Guarderías; pero sin duda este problema se recrudece en tiempos de crisis por la dificultad que implica sustentar una guardería con salarios tan deteriorados y la necesidad ingente de sostener un empleo por precario que éste sea.
Ante este hecho las trabajadoras se ven obligadas a aceptar jornadas parciales de trabajo (menos de 40 horas), subsecuentemente salarios más bajos; de todas formas se incrementa sustancialmente su carga de trabajo doméstico, así como el de cuidadora de los miembros de la familia y de los enfermos.
A pesar de que la participación de las mujeres en las actividades económicas es mayor al 40 por ciento; su gran aportación al desarrollo del país; las transformaciones que ha tenido el núcleo de la familia y sus relaciones, persiste la escasa aportación de la población masculina en los trabajos domésticos y de cuidado.
A nivel nacional la carga de trabajo no remunerado para las mujeres es en promedio superior a la de los hombres en 18 horas semanales; lo que daría una jornada mensual de trabajo no remunerado de 72 horas, o bien 9 días laborables con una jornada de 8 horas, sin pago alguno .
En el trabajo doméstico, la diferencia entre géneros es abrumadora: son 94.4 horas mensuales dedicadas a este trabajo, mientras que en la población masculina 29.2, una brecha de 65 horas mensuales en detrimento de la calidad de vida de las mujeres .
Según datos de INEGI semanalmente las mujeres trabajan 27 horas en los quehaceres domésticos de su propio hogar y participan alrededor de 25 horas en el cuidado de niños, enfermos y ancianos.
II. Repercusiones
Discriminación y desigualdad para las mujeres trabajadoras
Desprotección de la población infantil en la primera edad, vulnerando los derechos económico-sociales de la niñez del país.
Triple jornada de las mujeres que incluye trabajo remunerado y socialmente reconocido; trabajo doméstico y el de cuidadoras, de niños, adultos mayores, sanos y enfermos, discapacitados y los adultos mayores.
Menor productividad en el trabajo
Ruptura del tejido social
Mayor posibilidad del trabajo infantil
Más feminización de la pobreza
Reforzamiento de los patrones culturales que someten y oprimen a la mujeres
Violencia familiar que incluye violencia doméstica para las mujeres y la niñez
A manera de conclusión
La Organización Internacional del Trabajo (OIT), en el Convenio 156 sobre los y las Trabajadoras con Responsabilidades Familiares establece: deben adoptarse todas las medidas para desarrollar o promover servicios comunitarios, públicos o privados, tales como los servicios y medios de asistencia a la infancia y de asistencia familiar. (Artículo 5). Con relación a la maternidad, además, estos debieran ser ampliados a los trabajadores con responsabilidades familiares de ambos sexos.
Sin embargo, la grave problemática que enfrentan las trabajadoras y trabajadores con responsabilidades familiares por la carencia de servicios de guardería que los protejan y salvaguarden, así como a la niñez en la primera infancia, tienen graves repercusiones para su posterior desarrollo, afectan a la sociedad en su conjunto, al futuro del país y obliga a tomar acciones inmediatas tales como:
1. Fortalecer y expandir las organizaciones gremiales que incluyan la prestación de guarderías para los y las trabajadoras con responsabilidades familiares, ya sea en los contratos colectivos de trabajo como en la normatividad laboral (Ley Federal del Trabajo, Instituto Mexicano del Seguro Social e ISSSTE).
2. Exigir al Estado mexicano el cumplimiento cabal de su responsabilidad en esta materia, aumentando en calidad y cantidad las guarderías, revisando críticamente la política social actual y la normatividad laboral.
3. Ampliar y fortalecer los vínculos de las organizaciones gremiales con la sociedad civil organizada, movimiento de mujeres y feministas.
4. Visibilizar críticamente la situación de vulnerabilidad de las trabajadoras con responsabilidades familiares y sus consecuencias sociales, laborales o económicas.
5. Modificar las pautas culturales que subyacen a una distribución desigual del trabajo remunerado y no remunerado entre mujeres y hombres
I. Realidades
En todo el país las guarderías son totalmente insuficientes, tanto en calidad como en cantidad; actualmente el porcentaje de mujeres con hijos que tienen acceso a este importante servicio es muy reducido, en especial las mujeres insertas en la actividad económica con trabajo remunerado, el Estado mantiene una política de abandono en estas responsabilidades que le marca la ley.
Durante 2010, analizando las cifras del INEGI , se observa que la proporción de la población femenina subordinada y remunerada que no cuenta con acceso a guardería, respecto al total de la población femenina subordinada y remunerada es muy alta, por Sectores de actividad económica arroja los resultados siguientes:
La proporción más alta de mujeres que carecen de este servicio se registra en el Sector Primario con un 96.65 por ciento, considerando mujeres con más de 3 a 5 hijos (ver gráfica). Para las mujeres del campo que realizan un trabajo remunerado prácticamente el acceso al servicio es nulo.
En orden descendente siguen las trabajadoras de la Industria (Sector II), con 76 por ciento. Baste recordar el modelo maquilador que emplea mano de obra femenina pero escamoteando esta prestación a sus obreras.
No es casual que el índice más alto de muertes infantiles en menores de 4 años se registre en el noroeste del país (Chihuahua) , donde predomina mano de obra femenina, en un modelo de mercado laboral maquilador, carente de prestaciones, bajos salarios, fuerte desempleo y ruptura del tejido social.
Para las mujeres que están en el Sector III (Servicios), la proporción es de 74.59 por ciento, dicho de otra forma de cada diez mujeres que laboran en este Sector –el más feminizado-, únicamente 2.5 tienen acceso a guarderías la relación es inversamente proporcional, a mayor número de hijos disminuye el acceso al servicio de guarderías (en los Sectores II y III se tomó el dato de mujeres con 1 a 2 hijos).
Si se comparan estas cifras con las registradas en 2005 se aprecia que justo en Servicios es donde más ha disminuido el acceso a guarderías, mientras que la Industria se conserva igual, sin ninguna mejoría.
Este fenómeno puede explicarse en parte por el crecimiento que ha tenido la mano de obra femenina en el Sector Servicios, acompañada de una disminución de ésta en el caso de la maquila (industria).
Sin duda un factor que influye es el hecho de que el nivel de sindicalización de Servicios es de los más bajos, excepto educación.
Por su parte en el Sector Agropecuario al crecer las agroindustrias y las opciones de trabajo remunerado creció la demanda de guarderías pero la oferta permaneció igual.
Otro elemento muy importante es el constante incremento del empleo informal, especialmente en la población femenina, empleos que no cuentan con la protección de la seguridad social o de las organizaciones gremiales.
El porcentaje de mujeres de 20 a 29 años sin acceso a trabajos formales es de 55.22 (2010), en 2005 era de 53.68 , la mitad de la población económicamente activa. ¿Cuántas mujeres del comercio informal pueden llevar a sus hijos a una guardería?.
La comparación entre 2005-2010 también permite concluir que antes y después de la crisis económica actual de México, las trabajadoras con responsabilidades familiares no cuentan con servicios de Guarderías; pero sin duda este problema se recrudece en tiempos de crisis por la dificultad que implica sustentar una guardería con salarios tan deteriorados y la necesidad ingente de sostener un empleo por precario que éste sea.
Ante este hecho las trabajadoras se ven obligadas a aceptar jornadas parciales de trabajo (menos de 40 horas), subsecuentemente salarios más bajos; de todas formas se incrementa sustancialmente su carga de trabajo doméstico, así como el de cuidadora de los miembros de la familia y de los enfermos.
A pesar de que la participación de las mujeres en las actividades económicas es mayor al 40 por ciento; su gran aportación al desarrollo del país; las transformaciones que ha tenido el núcleo de la familia y sus relaciones, persiste la escasa aportación de la población masculina en los trabajos domésticos y de cuidado.
A nivel nacional la carga de trabajo no remunerado para las mujeres es en promedio superior a la de los hombres en 18 horas semanales; lo que daría una jornada mensual de trabajo no remunerado de 72 horas, o bien 9 días laborables con una jornada de 8 horas, sin pago alguno .
En el trabajo doméstico, la diferencia entre géneros es abrumadora: son 94.4 horas mensuales dedicadas a este trabajo, mientras que en la población masculina 29.2, una brecha de 65 horas mensuales en detrimento de la calidad de vida de las mujeres .
Según datos de INEGI semanalmente las mujeres trabajan 27 horas en los quehaceres domésticos de su propio hogar y participan alrededor de 25 horas en el cuidado de niños, enfermos y ancianos.
II. Repercusiones
Discriminación y desigualdad para las mujeres trabajadoras
Desprotección de la población infantil en la primera edad, vulnerando los derechos económico-sociales de la niñez del país.
Triple jornada de las mujeres que incluye trabajo remunerado y socialmente reconocido; trabajo doméstico y el de cuidadoras, de niños, adultos mayores, sanos y enfermos, discapacitados y los adultos mayores.
Menor productividad en el trabajo
Ruptura del tejido social
Mayor posibilidad del trabajo infantil
Más feminización de la pobreza
Reforzamiento de los patrones culturales que someten y oprimen a la mujeres
Violencia familiar que incluye violencia doméstica para las mujeres y la niñez
A manera de conclusión
La Organización Internacional del Trabajo (OIT), en el Convenio 156 sobre los y las Trabajadoras con Responsabilidades Familiares establece: deben adoptarse todas las medidas para desarrollar o promover servicios comunitarios, públicos o privados, tales como los servicios y medios de asistencia a la infancia y de asistencia familiar. (Artículo 5). Con relación a la maternidad, además, estos debieran ser ampliados a los trabajadores con responsabilidades familiares de ambos sexos.
Sin embargo, la grave problemática que enfrentan las trabajadoras y trabajadores con responsabilidades familiares por la carencia de servicios de guardería que los protejan y salvaguarden, así como a la niñez en la primera infancia, tienen graves repercusiones para su posterior desarrollo, afectan a la sociedad en su conjunto, al futuro del país y obliga a tomar acciones inmediatas tales como:
1. Fortalecer y expandir las organizaciones gremiales que incluyan la prestación de guarderías para los y las trabajadoras con responsabilidades familiares, ya sea en los contratos colectivos de trabajo como en la normatividad laboral (Ley Federal del Trabajo, Instituto Mexicano del Seguro Social e ISSSTE).
2. Exigir al Estado mexicano el cumplimiento cabal de su responsabilidad en esta materia, aumentando en calidad y cantidad las guarderías, revisando críticamente la política social actual y la normatividad laboral.
3. Ampliar y fortalecer los vínculos de las organizaciones gremiales con la sociedad civil organizada, movimiento de mujeres y feministas.
4. Visibilizar críticamente la situación de vulnerabilidad de las trabajadoras con responsabilidades familiares y sus consecuencias sociales, laborales o económicas.
5. Modificar las pautas culturales que subyacen a una distribución desigual del trabajo remunerado y no remunerado entre mujeres y hombres
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