20120317

LOS MOVIMIENTOS ACTUALES DE LA CLASE TRABAJADORA EN CONTRA DEL CAPITALISMO


Por: Max Ortega y Ana Alicia Solís de Alba. §


Crisis mundial capitalista

A más de cuatro años de iniciada, la crisis mundial capitalista sigue su marcha. La ruta recorrida ha sido zigzagueante: pasó de la crisis financiera de mediados de 2007 al colapso financiero de finales de 2008; de la aplicación de determinadas políticas fiscales y monetarias a finales de 2008 a su generalización hasta el segundo semestre de 2009; de la “recuperación” de la economía norteamericana a mediados de 2009 hasta la aparente contención de la recesión capitalista que se prolongó, mediante la ejecución de políticas de austeridad, aplicadas a las y los trabajadores, hasta finales de 2010 (el estímulo fiscal y las políticas financieras lograron que el PIB real que se contrajo en 2009 se expandiera en 2010, pero sin lograr resolver el desempleo generalizado, que en algunos casos se incrementó). En el 2011, finalmente, la crisis se intensificó y todo indica que para 2012 esa intensidad será mayor. En resumen, en tres años, la crisis mundial capitalista pasó de la esfera financiera a la economía real, y luego a la crisis de deuda soberana. En cada uno de estos momentos de la crisis, las privatizaciones, el desempleo, los despidos, la reducción de los salarios, el incremento de los años para la jubilación, la disminución o supresión de las restaciones sociales, el recorte drástico del gasto público y la supresión o reestructuración profunda de la contratación colectiva, se produjeron uno tras otro.

Protesta social permanente

Entre el 2008 y 2011, la protesta social se hizo permanente. Sus formas han sido diversas: Ofensivas y defensivas; gremiales y abiertamente políticas; por ramas productivas o del conjunto de las y los trabajadores; aisladas o vinculadas al conjunto de la sociedad; con la participación de los partidos políticos o al margen y en contra de ellos; divididos en centrales sindicales especificas o bajo el paraguas unitario de todas las centrales sindicales, nacionales o internacionales; fragmentados en categorías particulares (oficio, contrato, desempleados o precarios) o unificados como clase social.

La huelga general de masas volvió a ocupar en la conciencia y en la acción práctica su viejo lugar histórico. La movilización general de las y los trabajadores es mundial porque la crisis capitalista es por primera vez en la historia moderna, también de carácter mundial. Con la protesta social y sus diversas manifestaciones, las y los trabajadores buscaron responder a la guerra del capital en contra del trabajo asalariado. En esta guerra, las clases dominantes esgrimieron sus armas más mortíferas, entre otras, las reformas laborales con modificación de las legislaciones laborales, disminución de los salarios, aumento de los impuestos al trabajo y medidas para facilitar el despido (Grecia, España, Italia) ; planes de austeridad con recorte de gasto público (Alemania, Portugal, Irlanda); aumento de la edad y los años de cotización para jubilarse y conservar la pensión completa (España, Francia, Italia); modificación de los fondos de pensiones (Reino Unido); abolición o modificación de los convenios colectivos y la flexibilización de las relaciones laborales, aumento de la productividad y pérdida de derechos adquiridos (Grecia, Italia, Francia, España ).

El descontento social se ha manifestado igualmente en la esfera de la política. Batallas electorales sorprendentes; crisis de gobierno y golpes de Estado; revueltas y revoluciones. Nuevos equilibrios políticos nacionales y reacomodos geopolíticos. En todas, o en casi todas estas formas de intervención política, las y los trabajadores han estado en primera línea de combate. Las alianzas históricas de trabajadores y estudiantes se renuevan; las rearticulaciones entre movimientos sociales y partidos políticos están produciéndose aceleradamente.

Trabajadoras y trabajadores.

Empujados por la fuerza de los hechos económicos, las y los trabajadores de la Unión Europea se han estado movilizando, descortinadamente, país por país, desde hace cuatro años, en contra del capitalismo, su crisis y su decisión de imponerle a los trabajadores el costo de dicha crisis. En Francia, España, Italia, Grecia e Inglaterra salieron masivamente a las calles, unificados sindicalmente, en mayor o menor medida, y decididos a combatir.

Después de las huelgas generales obreras en los países europeos, se produjeron en el Magreb y Oriente Próximo (Túnez, Egipto, Argelia, Yemen, Arabia Saudita, Omán, Bahréin, Marruecos, Mauritania, Argelia, Sudán y Somalia) grandes rebeliones populares en contra de la crisis capitalista y las dictaduras al servicio del capital europeo y norteamericano. Las asambleas permanentes de masas dieron forma a estas revoluciones populares.

Bajo la forma de “los indignados” y “ocupantes de Wall Street”, tales asambleas cobraron vida en España y Estados Unidos. Produciéndose lo que desde 1968 no veíamos, la unidad anticapitalista de estudiantes y trabajadores. Sobre esa base se llevó a cabo, el 15 de octubre pasado, un primer ensayo de verdadera lucha global de los jóvenes en contra la mundialización capitalista. En 82 países y 951 ciudades, trabajadores, trabajadoras y jóvenes se movilizaron organizadamente.

Sin embargo, esta capacidad para romper el límite de las fronteras nacionales y llevar la lucha de clases a escala mundial, no aparece todavía, entre las y los trabajadores organizados sindicalmente. Los instrumentos para tal empresa existen, Confederación Mundial del Trabajo (CMT ) y Federación Sindical Mundial (FSM), pero no han operado. Las luchas nacionales, aisladas, siguen desarrollándose sin convertirse en continentales y mundiales. Lo que solo ocurrirá, nos parece, si cede la contención sindical y política que sobre las y los trabajadores operan las burocracias sindicales.

Algunas consecuencias de la crisis mundial capitalista.

Después de casi cuatro años, la crisis mundial capitalista continúa. La política y las medidas aplicadas desde las instituciones internacionales del capital (FMI, BM, OCD, G-8, G-20, Davos, etc,) no le han puesto fin. Esas medidas han profundizado la ejecución del programa neoliberal, agravándola. Su extensión, su ritmo y sus efectos sociales y políticos no hacen sino seguir su curso. Hoy por hoy el capital no tiene solución para su crisis.

Los efectos económicos de la crisis mundial capitalista son múltiples: reacomodo de los países de mayor desarrollo económico, fortalecimiento de unos bloques (BRICS) y debilitamiento de otros (Unión Europea, EEUU y Japón); desempleo masivo y generalizado, reducciones salariales, empleo precario masivo para hombres y mujeres, precarización de las pensiones, hambre, mayor pobreza, y cierre conclusivo del desmantelamiento del Estado del bienestar en los países del capitalismo desarrollado. Una gigantesca regresión histórica en la vida social del capitalismo.

Socialmente, los efectos de la crisis mundial capitalista son, entre otros, los que siguen: la centralidad de nueva cuenta de la clase obrera y los sindicatos; la reutilización de la huelga de masas, como método de organización, unificación y movilización política de masas en los centros de producción, en las instituciones de vida social, en los parlamentos y en las calles; desbordamiento del descontento social y convergencia gradual de las más diversas resistencias (sindicatos, mujeres, jóvenes, empleados, desempleados, precarios, pensionistas, intelectuales); y desgaste paulatino, pero constante de las instituciones de la dominación política (partidos políticos, gobiernos y parlamentos).

Políticamente, algunos de los efectos de la crisis mundial capitalista, que pueden señalarse, son los que siguen: crisis de la hegemonía neoliberal en sus dos variantes: conservadora y socialdemócrata; derrotas electorales de los partidos neoliberales de EEUU y Japón ; derrotas electorales de los partidos socialdemócratas más emblemáticos (Reino Unido, Alemania y Suecia); ascenso electoral de las fuerzas socialistas y progresistas de América Latina (Venezuela, Ecuador, Bolivia, Paraguay, El Salvador, Nicaragua, Uruguay, Brasil, Argentina, Perú y Colombia); influencia y dominio estadounidense en la región latinoamericana, reducida a un pequeño número de países (México, Chile, Colombia, Costa Rica y Honduras, principalmente); surgimiento de la resistencia sindical y popular de masas a las políticas neoliberales de los gobiernos republicanos en el medio oeste norteamericano (Wisconsin, Ohio, Idaho, etc.); derrocamiento de gobiernos neoliberales (Kirguizistán), dimisiones (Hungría y República Checa) y crisis de gobiernos neoliberales (Bélgica e Italia ); países escindidos (Sudán) o naciones cuestionadas (Bélgica, Italia, España e Inglaterra).

Debe hacerse una mención especial de las revoluciones y revueltas árabes. Los viejos sistemas políticos del norte de África se derrumbaron; trabajadores, jóvenes, mujeres e intelectuales pusieron fin a envejecidas dictaduras subordinadas a la Unión Europea y a los Estado Unidos de Norteamérica, modificando las relaciones políticas, económicas, sociales y militares de la región y del mundo. En Túnez y Egipto las revoluciones triunfaron. En Arabia Saudita, Barhéin, Yemen, Marruecos y Omán, las revueltas populares están en acto. En el Libano, Hezbolá arribó al gobierno y la autoridad palestina se recompuso y avanzó en su reconocimiento internacional. La globalización militarizada, mientras tanto, siguió su propio camino: con Siria e Irán en la mira, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) siguió su guerra en Afganistán, Irak y Libia.

En América Latina, Europa, Estados Unidos y el Magreb, la crisis mundial capitalista es manifiesta. Sus sociedades y sus Estados están viviendo momento de cambio de época. En este contexto Asia y África no tardarán en sumarse también a la Gran Transformación que está frente a nuestros ojos.

Perspectivas
En el mediano plazo, la crisis del capitalismo de los oligopolios no tiene salida. En su desarrollo, sus diversas dimensiones se volverán verdaderamente dramáticas: crisis del empleo, crisis energética, crisis climática y crisis política.

La mayor profundidad y duración de la crisis mundial capitalista, aumentará en esa misma medida, el desencanto, la desilusión, la desesperación y la rabia de las sociedades capitalistas. Con la ampliación de la crisis de hegemonía de la mundialización neoliberal, crecerá el descrédito de la socialdemocracia y del conservadurismo neoliberal; los espacios de influencia de los movimientos sociales, el socialismo y los movimientos nacionalistas y progresistas se ensancharán; la convergencia entre lucha social y lucha política se volverá deseable; las revueltas y las revoluciones se harán cada vez más frecuentes; y el internacionalismo de los trabajadores y de los pueblos tenderá a sustituir el cosmopolitismo neoliberal. La globalización militarizada, por su parte, se hará presente con mayor frecuencia en las luchas de los pueblos de la periferia capitalista.

Poco a poco, finalmente, entre el derrumbe de la utopía neoliberal se abrirá paso la convicción de que el problema de fondo no es la crisis del capitalismo, sino del capitalismo como tal, con lo que la búsqueda de una salida a la crisis del capitalismo podría pasar a segundo término, y ocupar su lugar, otra búsqueda, la de la salida del capitalismo mismo, es decir, del capitalismo en crisis. Llenándose de fuerza y vitalidad, la lucha por el proyecto histórico de las y los trabajadores.
§ Profesores-investigadores de la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa

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